Dentro del mundo un ser, Y en ese ser, un mundo Tendiente a enloquecer, Y envuelto en él, sucumbo. Mieles de peregrinos Que a la vera se escaldan Mis cuerpos y yo huimos De los manjares que matan. Solo un candor que excede, Un apeo en la garganta Un sueño que se espanta, Porque mi ilusión no puede. Este vagido endiablado Que corroe las entrañas Brota al estar a su lado Y me castiga con saña. Escribo sin ton ni son, Tengo el alma fracturada, Mi vida tiene un colchón De pañuelos en su falda. Y en este ser y no ser, Consume Cronos la estada, Años y años sin saber, Sin vivir, sin lograr nada. Horacielo.
miércoles, 16 de junio de 2010
Levedad insignificante.
Publicado por Horacielo en 0:56