Y cómo habría de olvidar,
Media vida no me alcanza,
La flor que aferrada sigue,
En mi pecho, hizo su casa.
Mas, éste recuerdo vivo,
Que se deshoja, a ultranza,
Vierte miel en tus cabellos,
Crea un cielo en tu mirada,
Y a tu voz le da armonías,
Que enmudecen mi guitarra.
Tímida, osada tu risa,
Pone rubor en tu cara,
Por esas locuras nuestras,
Que aplaca la madrugada,
Y el vértigo de lo prohibido,
Con su pasión sazonada,
Que dio color a mi vida,
A esta vida… figurada.
Horacielo