domingo, 13 de junio de 2010

Esa flor de nomeolvides.



Y cómo habría de olvidar,

Media vida no me alcanza,

La flor que aferrada sigue,

En mi pecho, hizo su casa.

Mas, éste recuerdo vivo,

Que se deshoja, a ultranza,

Vierte miel en tus cabellos,

Crea un cielo en tu mirada,

Y a tu voz le da armonías,

Que enmudecen mi guitarra.

Tímida, osada tu risa,

Pone rubor en tu cara,

Por esas locuras nuestras,

Que aplaca la madrugada,

Y el vértigo de lo prohibido,

Con su pasión sazonada,

Que dio color a mi vida,

A esta vida… figurada.


Horacielo


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