sábado, 8 de agosto de 2009

Lunático sosiego.

-Lánguido aliento,
Bocanadas que no alcanzan,
Corazón ahogado,
Pasos cansinos,
Abren el monte,
Sendero arriba.
Y en cada vuelta
De la sinuosa senda,
Claudica el alma,
Flaquean fuerzas,
Piernas que tiemblan,
Rodilla en mano.
Vuelca el juicio,
Sueña un tropiezo,
La muerte aclama,
Dejarse caer,
Simple sería…
Vuelve a la carga.
Ya en la cumbre,
Se desparrama
Sobre las briznas.

Mirando al cielo
Llora su pena,
En llanto eterno.
Reza otro tanto,
Se desespera,
Golpea su pecho,
Gira en su centro,
Muerde la roca,
Golpea el suelo.
Leve alivio
Ahora siente,
Ora más calmo.
De golpe un rapto
De conmoción
Vuelve al acecho.
Respira hondo,
Busca sosiego,
Rompe recuerdos.
Se tranquiliza,
Mira su entorno,
Absorbe vida.
Nubla su mente,
La pone en blanco,
No piensa: siente.
Palpa la brisa,
Escruta el cielo,
Oye el silencio.
Y se queda absorto,
En esa magia
Mientras su pulso,
Ya no galopa,
Serena Luna,
Hora se asoma.
Flota al garete,
Entre la bruma,
Busca al Eterno.
Y allí estático
En su letargo,
Vela su alma.
Ya soñoliento,
Cierra sus ojos,
Duerme su sueño,
Despierta al alba,
Y ya no recuerda
Ni sus lamentos…
Horacielo.

domingo, 2 de agosto de 2009

Tú, mi paisaje.



Níveos acantilados,
Rasgan las nubes con su filo,
Agreste soledad
Vientos helados,
Como tu gélida pasión
De terciopelo blanco.

Sobre un cielo azul moteado,
Se divisan los picos recostados
Y la bruma empaña el horizonte,
Con su velo mortecino,
Como falacia que escapa, indolente,
Del pétreo diamante de tus labios.

Mientras yo, velero a la deriva,
Me guío por el faro de tus ojos,
Y caigo en tus aguas turbulentas
Zozobrando en tus iracundos vientos;
Me arrastro hasta tu peñascosa orilla
Y dejo mi corazón…
Atrapado en tus espinas.

Horacielo.

No te olvido, no me olvides.



Dos almas que se funden en una misma pasión,
No habrán de encontrar olvido, y el odio o rencor,
Será solo burda treta, que enmudece el corazón,
Para proteger la herida escapándole al dolor,
Que ha causado la distancia, el hastío o el temor.


Horacielo

sábado, 1 de agosto de 2009

Mi disfraz de poeta.



No fluye mi pluma, esta noche aciaga,
Las elfas celestes, no arrullan La Luna,
Crispando el silencio, la soledad insomne,
Se adueña de todo, se lleva hasta el aire.

Espero la musa, la llamo, la invoco,
Mas, ella se ha ido, me ha dejado solo,
No vuelan los sueños, en el templo roto,
Sílfides, nereidas: no acuden tampoco.

En pos de un ensueño, este ser deambula,
Por redes de axones, y fibras etéreas,
No hallando ni brizna, de chispa o, de ingenio
Tan solo la escarcha, de palabras vacuas.

Debiera desertar de este vano intento,
Dejar que se seque la tinta en su frasco,
Usar el papel para encender la hoguera,
Y allí incinerarte:.. Mi disfraz de poeta.


Horacielo.