sábado, 15 de mayo de 2010

Mi descarriado destino.



Hebras blancas solitarias,

Paren luceros ambarinos,

Lo hacen para perderme,

En sus lagos cristalinos.


Siéntate junto a mí,

Mano blanca del destino,

Dime donde entretejiste,

Tu trampa de seda y lino.

¿Qué hay de toda esa coherencia,

Con que movías los hilos?

Hoy me sumerge en el caos,

La daga de cuatro filos.


La Luna que me acompaña,

Tal vez me libre del frío,

De ese pecho indolente,

Que haz cruzado en mi camino…


Horacielo.