En brazos de Morfeo te evoca mi deseo,
Vano elixir que se derrama tibio
Y se escurre en la infecunda seda.
Tu recuerdo sigiloso se desliza
Por la humedad que dejó tu boca,
En los umbrales ávidos y erguidos.
Tu liviandad al valorar mi esmero,
Creo la paradoja de lo dulce amargo,
Querías los laureles y ya los obtuviste,
Dejándome la acritud de tu rara ponzoña
Clavada en las sutiles fibras de mi alma.
No es tu culpa, lo sé: ha sido mía,
Todo por salvarte a ti, del desengaño,
Me quedé encallado en el cenagoso fango,
E inmerso en un hoyo de pasiones lacias.
Pero habré de salir de allí, fortalecido,
Con más sabiduría, y la mente calma,
No más, regalar mis gemas a las aguas,
Que el cieno del fondo, tan solo las empaña.
Horacielo
viernes, 14 de mayo de 2010
Corazón de bufón.
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