domingo, 16 de mayo de 2010

Como un erizo,


Veo amapolas…
Un campo lleno de rojas amapolas,
Y allí, un erizo sediento de caricias
De esas caricias… que nunca llegan.

Qué culpa tengo, se pregunta,
Si Dios así me creó;
Si mis agudas púas hieren;
Quién osará acariciarme.
Así, cavilando, estaba,
Mientras un rayo de Sol
Le escaldaba el lomo,
Y el viento peinaba sus espinas.
Se sintió reconfortado:
La cálida y suave ternura
Del viento y el resplandor
Se coló entre el follaje
Mimándolo sin temor…
.

-Quisiera que seas Mi Sol,
Brisa tibia en la mañana,
Que sin temor me acaricies,
Y mi piel nunca sea daga,
Ni otra parte de mi ser,
Hinque espinas en tu calma.
Pero solo es el delirio,
De este que yace en un sueño,
De esos sueños imposibles,
Que se narran en las jarcias.


Horacielo