sábado, 20 de marzo de 2010

Cadena perpetua.




Sabor de mieles rancias
Que anida en mi pecho,
Solo cala la estancia,
Frío, desazón, endecho.

El caldero de tu amor,
Mil agujas en mi piel,
Transmutan en truhán dolor,
La noche insomne y cruel.

Entre las sombras mordaces,
Viles fantasmas anidan,
Hay un miedo que subyace,
Encarneciendo heridas.

Trémulo humor palpita,
Como rocío del alba,
Surca pómulos, agita,
Cercena hasta mi alma.

¿Será que perdón no tengo?
Pues, en sus manos está.
Por su virtud es que vengo,
A implorar su caridad.


Horacielo

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